Fotos: Mario Herráiz |
Era obvio que el colgio Víctor Pradera necesitaba una nueva sala de ordenadores. En pleno siglo XXI uno no puede permitirse achicharrarse el flequillo con el aire caliente que sale de la CPU, así que llamaron a Picapino y allí que nos hemos ido.
Del verde pasaron al azul y de las mesas con patas, a encimeras corridas, para que todos los chavales puedan apiñarse bien y compartan el uso del ratón o ratona como buenos hermanos y hermanas.
Joé, no es por ponerme abuela cebolleta pero cuando yo iba al cole los ordenadores usaban discos de esos enormes y blandos, jajaja.
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