miércoles, 14 de marzo de 2012

Al final fue rosa para combinar con los rombos

Foto: Jimena Roquero

Foto: Jimena Roquero
Después de darle vueltas al tema del color, el mueble de Manuela no ha quedado nada mal. El rosa y la trasera de pino casan bien con el tema rombos del papel de la pared (si opináis lo contrario, mentid que me hundís). Todavía está un poco solo, aunque en la realidad, como os podéis imaginar, normalmente está rodeado de miles de cosas por el suelo: la moto inseparable, las construcciones que nunca están en su bolsa, los puzzles que una vez montados hay que desmontar... Definitivamente, no tenemos una casa sueca ni una niña nórdica.

Eso sí, después de un tiempo de observación he descubierto una particularidad de este mueble que lo hace mágico. Resulta que las baldas más altas, justo a las que no alcanza sola, tienen la capacidad de transformar cualquier juguete al que nuestra hija no le hace ningún caso desde hace siglos en la novedad del momento. Es colocarlo ahí arriba y enseguida se convierte en la cosa más preciada por ella. Es que es verlo en las alturas y le entra una necesidad imperiosa de jugar con el objeto en cuestión por un tiempo estándar que no supera los dos milisegundos. Tiempo que se acorta aún más, si cabe, si colocas en el espacio libre otro objeto absurdo que hasta hace poco no sabía ni que tenía.

En fin, cosas del directo y que solo superan el amor de una madre y un padre.


3 comentarios:

  1. Ha quedado una preciosidad de estantería, por cierto el papel es monísimo! Ya os imagino subiendo y bajando juguetes de las alturas...jeje, recuerdo haberlo vivido no hace mucho! Besotes.

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  2. nada mal??? esta precioso, el mueble,,el papel..Todo!!!
    mua

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